RDCongo: Crisis olvidadas, nuevos enfoques
El pasado mes de octubre tuvo lugar, en Madrid, un diálogo muy especial sobre las mujeres congoleñas, la violencia sexual de la que son objeto y las numerosas propuestas de paz y resoluciones de Naciones Unidas. Dos mujeres, una congoleña y una holandesa, dialogando sobre las causas que han convertido el conflicto en el este de la RDCongo en una “guerra en espiral”.
En el diálogo “Las mujeres congoleñas: violencia sexual, propuestas de paz y las resoluciones 1325 y 2122”, se trajeron a colación las voces más críticas que insisten en acabar con la visión, cómodamente instalada en los foros internacionales, que identifica a la mujer congoleña con el mero “cuerpo violable”. Esta narrativa del conflicto, la más habitual cuando se habla de las guerras de la República Democrática del Congo (RDC), hasta ahora sólo ha contribuido a generar enfoques inmovilistas que producen lástima o programas millonarios de ayuda internacional destinados a mitigar las consecuencias de la violencia en lugar de atajar las causas.
Los espacios de debate como el creado en La Casa Encendida de Madrid para hablar del Congo son necesarios para aportar un nuevo marco comprensivo, en el que se pueda concebir a las mujeres como actoras relevantes en la construcción de paz y concretarlo en la práctica.
La mesa, organizada por el Instituto de Estudios de Conflicto y Ayuda Humanitaria (IECAH) y moderada por WorldCom Foundation-LolaMora Producciones, fue parte del ciclo “Crisis olvidadas” y contó con dos profesionales que trabajan en la implementación de la Resolución 1325 de Naciones Unidas en ese país, la holandesa Anne-Marie Zaat y la congoleña, Caddy Adzuba.
Para explicar por qué el conflicto en el este de la República Democrática de Congo se ha convertido en una “guerra en espiral” se tocaron temas como la violencia sexual cometida por civiles, crimen en aumento, frente a las violaciones como arma de guerra, a pesar de la eterna hiper visibilidad, en foros internacionales y en proyectos de cooperación al desarrollo en detrimento de la lucha contra otros tipos de violencia de género; la conexión entre la corrupción instalada en las instituciones y la perpetuación de la violencia; la relación entre la industria de la ayuda internacional y la continuación de la violencia o la falta de acceso de las mujeres a los foros políticos y de construcción de paz.
El interés la mesa se centró en analizar el impacto de las guerras en las mujeres y el papel de éstas en la construcción de paz. En primer lugar, porque en la RDCongo, la violencia contra la mujer ha tenido un gran protagonismo, ya que la violencia en tiempos de guerra se ha sumado a la violencia previa que existía en tiempos de paz, como explicaba Caddy Adzuba: “La mayor parte de la violencia sexual cometida contra las mujeres está vinculada al conflicto, pero también hay mujeres que son violadas por el mero hecho de ser mujeres. Lo que nosotras llamamos la violencia machista”.
Sin embargo, también pensamos que era oportuno hablar de las mujeres congoleñas en el marco del conflicto, ya que a pesar de su gran protagonismo en la construcción cotidiana de la paz han sido excluidas de las mesas de negociación. Le preguntábamos a Anne-Marie Zaat acerca de las soluciones que proponen las mujeres congoleñas para poner fin a la violencia, a lo cual ella respondía: “Es importante que se sepa que están trabajando por la paz. Por ejemplo, las mujeres tienen la capacidad de reunir a las partes y encuentran motivos para hacerlo. Se encuentran con otras mujeres y dicen: ‘¡Son como nosotras!' Tienen el poder de reconocerse en las otras mujeres y de ver que todas tienen los mismos problemas”.
El tercer tema que se trató en la mesa fue el de la implementación de la Resolución 1325 de Naciones Unidas, en la cual se insta a los Estados a incluir a las mujeres en los procesos de construcción y mantenimiento de la paz. La RDCongo, y otros 46 países más, ha elaborado un plan de acción para implementar dicha resolución, y en estos momentos se desarrolla un plan de aplicación de esta resolución en los territorios de la provincia de Sur Kivu, dinamizado por una comisión en la que forman parte algunas mujeres destacadas en la lucha contra la violencia. Para Caddy Adzuba, para acabar la violencia, además de estas transformaciones de las políticas públicas es necesario contar también con las bases de la sociedad: “Tenemos que pensar en las víctimas, dirigirnos a las bases y hacer que participen las personas víctimas. Tenemos que lograr que ellas tomen conciencia de su situación, que acepten participar en esta reconstrucción de paz. Si queremos hacer algo por alguien, debemos preguntarle, debemos conocer sus necesidades, para que aumente la eficacia de nuestras acciones”.
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