Preguntas sin respuestas desde Minova, RDCongo
Cuando me restablecí de mis heridas, juré trabajar por la causa de las mujeres, presté juramento ante ellas, y me comprometí a hacerlo hasta el día de mi muerte. A punto de cumplir 50 años, la activista congoleña por los derechos humanos de las mujeres, Rebecca Masika Katsuva, murió a comienzos de febrero, por complicaciones derivadas de la malaria. Masika, vivía y trabajaba en Minova, Sur Kivu, este de la República Democrática del Congo.
Masika, como era conocida, cumplió con su juramento, y convirtió su vida en una lucha incansable contra la impunidad que persiste sobre los crímenes sexuales perpetrados contra niñas y mujeres en los conflictos armados de la RDcongo.
Fundadora de la Asociación para las personas Desfavorecidas Unidas para el Desarrollo, Masika había perdido a parte de su familia y había sido violada repetidas veces, sin que los responsables fueran jamás detenidos.
Consciente de lo que supone vivir la experiencia de la violación, el rechazo de la comunidad y la familia y, el abandono institucional, Masika acompañó a decenas de mujeres víctimas de violación sexual y tortura. Las recibía en su casa, en Minova, que había convertido en un centro de acogida, y buscaba el dinero para que los tratamientos médicos, psicológicos y acompañamiento legal.
¿Quién se acuerda de las mujeres de Minova?
Cuando escuché el veredicto sentí una enorme decepción. Sobre todo porque en ese instante comprendí que no hay justicia en mi país, afirmaba Rebecca Masika Katsuva, en el vídeo de Femme au Fone y LolaMora ¿Quién se acuerda de las mujeres de Minova?
La ciudad de Masika Katsuva, Minova, está situada en un cruce de carreteras que une las dos provincias más conflictivas de la RDCongo, Norte Kivu y Sur Kivu. Minova es un crisol de etnias, de miles de personas desplazadas que han ido llegando durante las sucesivas guerras, y que viven en condiciones de extrema pobreza. Lugar de tráfico de armas y minerales, lugar de paso de rebeliones, soldados del ejército y “casos azules” de la misión de paz de Naciones Unidas.
En noviembre de 2012, el ejército congoleño huyó de la ciudad de Goma, capital de Norte Kivu, vencido por la rebelión del movimiento 23 de Mayo (M23). Humillado, en la desbandada, llegó a Minova y, durante días, saqueó casas y violó sistemáticamente a mujeres y niñas.
La comunidad internacional denunció el crimen, y las autoridades de Kinshasa prometieron un juicio ejemplar contra los responsables. Empezó entonces un largo proceso de investigaciones y búsqueda de testigos. Rebecca Masika Katsuva acompañó a muchas mujeres víctimas de Minova, confiando en obtener justicia.
El juicio de Minova se celebró en 2013, bajo los focos de los medios de comunicación nacionales e internacionales y la presión de entidades de derechos humanos y asociaciones de mujeres. Pese a los numerosos testimonios recogidos por las organizaciones que acompañaban a las víctimas, más de 1.000 en algunos casos, ningún alto rango fue acusado, como responsable en la cadena de mando. Tan solo dos soldados rasos fueron hallados culpables de violación sexual y sentenciados.
Como en casos anteriores, las violaciones sexuales sistemáticas, cometidas contra niñas y mujeres en la RDCongo, como arma de guerra, habían llenado las portadas de la prensa; pero las víctimas no habían obtenido justicia.
El equipo de periodistas de Femme au Fone y de WorldCom/LolaMora realizaron en noviembre de 2015 un vídeo para documentar el caso y levantar la campaña ¿Quién se acuerda de las mujeres de Minova? En él, Rebecca Masika Katsuva pedía la reapertura del caso, justicia para los crímenes sexuales y reparación para las mujeres que, alojadas en su casa, vivían de forma muy modesta y con traumas no superados.
Con la muerte de Rebecca Masika Katsuva, se apaga una voz valiente en la República Democrática del Congo.
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