La chagra y la vida
Mujeres ind铆genas del Putumayo en defensa de la Madre Tierra, una co producci贸n COCA-LolaMora, Mocoa, Putumayo colombiano.
Putumayo, Colombia, abril 2014
El pie de monte amaz贸nico es el territorio de las minas y el Valle de Sibundoy, en 10 a帽os, ser谩 el desierto del Valle de Sibundoy. Compa帽eras, ustedes que hacen parte de la medicina, pidamos al remedio en ceremonias que ayude a fortalecer nuestros territorios. Si dejamos que las autoridades sigan negociando los recursos naturales de nuestra Madre Tierra, 驴de d贸nde van a sacar nuestros pueblos la fuerza espiritual, de d贸nde van a tener medicina y plantas tradicionales?
La tierra es mujer y nosotras somos y damos vida. Tenemos que empezar a ayudarnos entre todas sobre c贸mo vamos a evitar el maltrato intrafamiliar y a tratar con honor y honra a nuestra Madre Tierra. Mar铆a del Rosario Chicunque, mujer medicina caments谩, presidenta de la Asociaci贸n de Mujeres Ind铆genas del Putumayo Colombiano ASOMI); mientras ella pronuncia estas palabras, un c铆rculo de mujeres cofanes, aw谩, inga, siona, caments谩 y pasto la escucha y asiente; mujeres que han abierto un di谩logo sobre las amenazas que se ciernen sobre su territorio y sus cuerpos.
A la continuada presencia de actores armados y se帽ores de la guerra en el Alto y Bajo Putumayo, una regi贸n situada en el sur de Colombia, en la frontera con Ecuador, se est谩 a帽adiendo la llegada de trabajadores vinculados a la industria extractivista. Esta presencia est谩 incrementando los casos de violaci贸n y explotaci贸n sexuales de ni帽as, ni帽os, adolescentes y mujeres, as铆 como el reclutamiento infantil, que son algunas de las grandes vulneraciones de los derechos humanos silenciadas en el departamento. En la zona tambi茅n se viven alt铆simas tasas de violencia intrafamiliar, desplazamiento forzado, militarizaci贸n y ausencia de condiciones para una educaci贸n de calidad.
La falta de oportunidades econ贸micas alimenta las m煤ltiples violencias existentes, para las cuales las rutas de atenci贸n son muy deficientes. No basta con que las instituciones estatales compilen casos o generen leyes y protocolos, tienen que ofrecer las condiciones de seguridad y confidencialidad necesarias para que las v铆ctimas puedan denunciar. Adem谩s, estas denuncias han de ser investigadas y atendidas por la Fiscal铆a, el gran cuello de botella. 驴C贸mo denunciar, cuando no hay garant铆as ni seguimiento? Sandra Vargas, veterana activista de los derechos de las mujeres y los menores, co fundadoras de la Corporaci贸n Casa Amazon铆a (COCA), una organizaci贸n de mujeres con sede en Mocoa, la capital del departamento Putumayense.
Petr贸leo, miner铆a y energ铆a hidroel茅ctrica
La presencia de petroleras en la regi贸n data de finales de los 70. Sin embargo, en los 煤ltimos a帽os la entrada de corporaciones ha vivido una aut茅ntica explosi贸n. El 谩rea de exploraci贸n petrolera abarca el 75% y, en 2011, m谩s de 2 millones de hect谩reas de tierra eran 谩reas de explotaci贸n, seg煤n la Agencia Nacional de Hidrocarburos. Las compa帽铆as petroleras y mineras entran a la zona prometiendo casas y trabajos, corrompiendo autoridades y dividendo comunidades, al tiempo que se hacen custodiar por los actores armados e impulsan la construcci贸n de carreteras, clubs y billares.
Mientras en las negociaciones de La Habana avanzan los acuerdos y agencias internacionales promueven la paz, el paisaje social de la frontera est谩 cambiando. El escenario post-conflicto se ve negro e incierto en el Putumayo, donde nadie tiene claro cu谩l es la propuesta del despu茅s, y donde se avizora la llegada de nuevos actores armados vinculados a la industria extractivista, apuntalada como negocio del futuro, incluso por encima de la producci贸n de coca. Valentina Gonz谩lez, de Corporaci贸n Casa Amazon铆a (COCA).
A las principales operadoras petroleras en la regi贸n (Petronova, Ecopetrol, Gran Tierra, Vetra Exploraci贸n, Vast, Pacific Stratus y Emerald, entre otras) se suman corporaciones canadienses de miner铆a a cielo abierto e hidroel茅ctricas, como la proyectada 鈥搒eg煤n las comunidades鈥 sobre los r铆os Pepino y Balsayaco. Este sangrado energ茅tico contrasta con los continuos apagones de luz que viven municipios como Valle del Guamu茅s, Orito y San Miguel.
Escuchar al territorio: medicina, lengua y mujer
Las mujeres ind铆genas reunidas en el Alto Putumayo, junto a las organizaciones de mujeres COCA, Madre Tierra y ASOMI, dicen que los procesos comunitarios de sanaci贸n y preservaci贸n de la identidad resultan esenciales para la pervivencia f铆sica y espiritual de los pueblos ind铆genas colombianos que est谩n en peligro de extinci贸n (34, seg煤n cifras oficiales).
Mujeres siona, caments谩, inga, pasto, cof谩n y aw谩 han comenzado a reunirse para intercambiar conocimientos y plantear alternativas. Ellas son mujeres medicina, sabias, sanadoras, cultivadoras de sus chagras. Proponen una vuelta a usos y costumbres que benefician a la comunidad y a una revisi贸n de los h谩bitos que la da帽an.
Prevenir la violencia contra mujeres, ni帽as, ni帽os y adolescentes ind铆genas del Putumayo, y generar condiciones para su atenci贸n, cura y escucha, es el 煤nico camino para reconstruir el tejido social comunitario y ofrecer soluciones a las amenazas que viven los pueblos.
Entre los usos y las costumbres sanadoras y terap茅uticas, las mujeres-medicina rescatan los consejos ma帽aneros, la chagra (territorio de cultivo colectivo), la artesan铆a, la palabra, la leyenda y la minga (trabajo comunitario). Tambi茅n, la recuperaci贸n de la lengua materna y la medicina tradicional 鈥揳 trav茅s de plantas sagradas como el palo cruz, la guaira, el ziobai y la ortiga- pr谩cticas cuya m谩xima expresi贸n es la toma de remedio, que consiste en la ingesta de una bebida procedente de una ra铆z amaz贸nica, el yag茅, oficiada por los taitas o autoridades espirituales de la comunidad.
Es urgente promover el Plan Salvaguarda y la educaci贸n propia, retomando el modelo de educaci贸n de los abuelos, que tej铆an alrededor del yechimyac -el fog贸n- y se levantaban a celebrar el consejo ma帽anero, un espacio en el que sentarse con nuestros abuelos a dialogar ahora que tienen vida. Nuestros abuelos vivieron esa propia educaci贸n, del trabajo colectivo, del saber aconsejar, del saber guiar. Trabajaban la chagra y la artesan铆a como terapia. Mar铆a del Rosario Chicunque.
El mantenimiento de la chagra se considera vital y sagrado. Sin chagra el pueblo caments谩 perder铆a la soberan铆a alimentaria, las figuras de la cuadrilla y de la minga. Una minga que no solo es unidad de esfuerzo f铆sico, sino tambi茅n unidad de pensamiento, de conocimiento artesanal, minga de gobernabilidad, minga de autocuidado de las mujeres. Sin la chagra no se podr铆a hablar de la medicina tradicional ni de pensamiento caments谩. Es indispensable que 茅sta prevalezca.
Para estas mujeres sabias, las comunidades ind铆genas del Putumayo deben revisar h谩bitos da帽inos como el acial o castigo p煤blico con fuete, el casamiento temprano de ni帽as, el maltrato a la mujer, el abuso sexual, la degeneraci贸n de la chicha en consumo incontrolado de alcohol o el parto con ces谩rea.
Tambi茅n es necesario, dicen, generar mecanismos para controlar y sancionar a las autoridades que maltratan a sus mujeres y familia, pues estas han de dar ejemplo con sus actos y que resultar铆a enriquecedor que las mujeres ind铆genas reaprendan a comunicarse con los ciclos lunares, incentivando su participaci贸n y liderazgo, junto con los j贸venes, en las asambleas y espacios de toma de decisiones comunitarias.
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