¿Cómo una propiedad puede tener propiedades?

Es viernes por la noche en Juba, Anyieth M. D'Awol da la bienvenida al Roots Project (Proyecto Raíces), una iniciativa privada para generar un espacio seguro para mujeres. Esta casa es un lugar único en Sudán del Sur.

Sudán del Sur es un desafío; mejorar la vida de las mujeres, un reto gigante. En 2014, LolaMora entrevistó a Anyeth D'Awol, sur sudanesa, abogada e investigadora; pero lo más importante: fundadora de una casa de acogida para mujeres, en Juba, la capital; uno de los pocos refugios para mujeres maltratadas o abandonadas; por el marido, la familia o la guerra...

El 9 de julio de 2011, Sur Sudán proclamó su independencia de la República del Sudán, avalada por el 99% de la población que, en referéndum, dijo sí a la separación del norte. 52 de cada 100 votantes eran mujeres. Desde entonces, el gobierno ha trabajado para crear un marco de institucionalidad y constituirse como un Estado de derecho; pero más lentos y problemáticos son otros aspectos como proveer de servicios básicos a la población (entre 8 y 10 millones) o garantizar derechos fundamentales en torno a la seguridad, la justicia y la libertad. La capacidad de ejecución del gobierno es mínima, predomina una mentalidad militar y no hay canales de comunicación e información entre ejecutivo y ciudadanía; persisten conflictos internos y enfrentamientos armados en zonas de frontera con el vecino del norte.

Sudán del Sur es un desafío y mejorar la vida de las mujeres, uno de sus retos más grandes. La garantía de sus derechos no es un asunto totalmente marginado de la agenda legislativa nacional pero ni participan en política ni están representadas. Existen costumbres que atentan contra la vida de las niñas, como el matrimonio y primer embarazo con apenas 12 o 14 años o la entrega de una dote que provee poder al hombre y aumenta la vulnerabilidad de las mujeres al ser colocadas como objetos con valor económico; y otras prácticas que hacen de las adultas ciudadanas de segunda, como la poligamia y la negación de derechos a las viudas. 

El país más joven del mundo tiene una de las tasas de mortalidad materna más altas, de cada 100.000 mujeres que dan a luz, 2.054 mueren en el momento del parto.

A continuación la entrevista completa con Anyeth D'Awol es sur sudanesa, abogada e investigadora; experta en Derechos Humanos y activista contra la violencia hacia las mujeres; trabajó en la Misión de Naciones Unidas en su país en el área de derechos humanos y más tarde fundó la casa para las mujeres. 

 

LolaMora: ¿En qué sentido las mujeres en Sudán del Sur son vulnerables? 

Anyeth D'Awol: Las mujeres son vulnerables porque no tienen poder económico, les toca caminar para buscar comida o ayuda médica y van a lugares que no son seguros. También son vulnerables por el ambiente social que vivimos en esta época de post conflicto; la guerra ha provocado cambios culturales, mujeres han perdido maridos, padres y hermanos, aquellos que se supone que las protegen ya no están; también son vulnerables ante los hombres de la familia que quieren casarse con las niñas.

LM: ¿Qué datos manejan sobre violencia doméstica en el país en la actualidad tras el fin de la guerra?
AD: No tenemos números, tampoco los teníamos antes de la independencia. Pero esa violencia ha aumentado seguramente porque la gente está más armada, la
gente está más traumatizada y la vida es mucho más dura. El trauma causa que la gente beba (alcohol). Hay frustración general y se carga contra los que están más cerca. Aquí la violencia doméstica es considerada normal, morir a manos del marido es muy real, como en cualquier otra parte del mundo. Pero el problema mayor es que las mujeres no tienen ningún lugar adonde ir.

LM: ¿No hay unidades o albergues para las víctimas de violencia?
AD: No, no hay ni unidades, ni casas, y esta es una de las urgencias que tiene el país. Las mujeres son vulnerables y no tienen dónde ir. La cultura de la policía es la misma que antes de la guerra; pertenecen a diferentes tribus y muchos no entienden que la violencia no debería suceder en la familia pero que es una realidad, y que ellos, deberían protegerlas.

LM: Entre los desafíos que tiene por delante este país, ¿qué prioridad le das a la lucha contra la violencia hacia las mujeres?
AD: Yo pongo a las mujeres en el top porque si las mujeres no viven en paz significa que sus hijos vivirán violencia y ellos luego serán violentos o por el contrario serán víctimas. Es un círculo sin fin a no ser que se cuide a las mujeres que son las únicas que pueden romperlo. Las mujeres han contribuido mucho en la guerra, a la paz, al desarrollo del país. Si necesitamos desarrollar el país, las mujeres son la respuesta.


LM: ¿Cómo traducir esto en más participación política?
AD: Mira, somos una nación joven, salimos de una guerra y vivimos muchas intervenciones del gobierno, de ONU, de países donantes... Y todo tiene que ser
rápido, los proyectos rápido, el impacto rápido, necesitamos hacer todo rápido, rápido para llegar a ser un país… Eso nos dicen. Y no creo que eso nos ayude
porque nosotros estamos aquí para siempre, estamos para quedarnos, y vamos a sobrevivir como el resto del mundo, así que si pensamos a largo plazo, la única
manera de pensar es que las mujeres sean apoyadas.


LM: ¿Cuáles son las principales necesidades de las mujeres de Sudán del Sur?
AD: Hay que entender que Sudán del Sur tiene los peores indicadores, y hay que entender que no basta con decir aquí tienes un trabajo, a veces la gente se ausenta porque van a funerales porque la realidad es que la gente muere a diario, porque la realidad es que las mujeres y la gente están muriendo. Sabemos que los hombres están traumatizados y frustrados porque no tienen el trabajo que deberían.


LM: ¿Es el nivel de trauma tan alto?
AD: Sí porque los políticos también estaban en la guerra, no sé si alguien habla con ellos sobre su trauma o como lidian con él pero creo que el nivel de trauma es muy profundo y debemos hablar de eso. La reconciliación es importante y no se ha hecho, espero que llegue pronto.

LM: ¿Cómo crees que debería ser un proceso de reconciliación en Sudan del Sur?
AD: Debe empezar por las raíces, si la gente no confía entre sí... Dar a cierta gente un trabajo que no se merece o dar acceso a dinero a gente lo que malgasta
empeora las cosas. Nuestro gobierno…todos debemos aceptar una serie de cosas primero y después reconciliarnos. No puedo decir vamos a reconciliarnos si no he
enfrentado internamente mis cosas y pido perdón y quiero que me perdonen, o sea debemos crear la confianza entre nosotros y para ello debemos poner todo encima de la mesa, yo creo que aquí no hay ni ciegos ni estúpidos.
LM: ¿Cuál es la voluntad del gobierno para poner las necesidades de las mujeres en la agenda política?
AD: No veo voluntad, muchas mujeres siguen muriendo al dar a luz o de cosas que no deberían matarlas. Y tenemos muchísimos huérfanos. Creo que se debe hacer mucho más y es una pérdida que una mujer muera cuando da a luz. Los retos en salud son enormes en este sentido. La salud debería ser una prioridad y con todos los ingresos del petróleo ya se debería haber hecho mucho más. Sin embargo lo que tenemos es doctores muriendo, abogados muriendo y madres que mueren.

LM: ¿Por qué romper el silencio?
AD: Otra vez, creo que aquí no hay gente ni estúpida ni ciega. Todos sabemos lo que está pasando en el país y nos afecta a todos. La violación es una cosa enorme para las niñas, el trauma, cambia toda su vida, a veces nuestras niñas se tienen que casar con su violador y es terrorífico. Algunas de sus madres quizás vivieron o pasaron por lo mismo, pero tanto los padres como las madres están perdiendo a sus hijas. Para otros, el casamiento es la oportunidad de tener más vacas...

LM: ¿Hay espacio para cambiar las leyes basadas en la costumbre que atentan contra las niñas?
AD: No sé si se trata de cambiar las leyes basadas en las costumbres, lo que creo es que debemos tener principios que todos deberíamos respetar. Porque no
podemos rastrear las 70 costumbres distintas el país y ver qué cambiamos y qué no. No tenemos tiempo para esto, la situación es muy compleja, ahora tenemos otras urgencias, como construir hospitales. Pero tenemos leyes y deberíamos tener una constitución que ponga los principios fundamentales.

LM: ¿Cuáles son los principales obstáculos para que esto ocurra? ¿Se habla de esto en el país?
AD: Se habla mucho en este país. La gente habla de lo que hace, pero hay más palabras que acción. Por ejemplo, ¿cómo vamos a parar la violencia entre las tribus? Tenemos a los Nuer luchando contra los contra Murle, Murle contra Dinka, Dinka contra Nuer, etc. Pesen a que saben que no ganarán unos más que otros, ellos continúan porque no saben cómo sobrevivir, cómo resolver el problema, así que todo debe cambiar. Hay que volver a la distribución de la riqueza, del poder y al desarrollo. Por ahora no llega, ¿Cómo podríamos romper eso? Pues empoderando a las mujeres, que haría empoderarse a las comunidades. Llegará entonces un momento en el que las mujeres digan '¿sabes qué? estoy muy ocupada trabajando como para preocuparme ahora de pelear contra esa otra tribu y, además, mi hijo está en la escuela con los de la otra tribu'; así podríamos cambiar poco a poco, pero no podemos convencer de golpe a la gente de que lo que está haciendo, está mal, porque ha habido tantas reconciliaciones a escala local para volver al día siguiente a la guerra, que no escucharían. Hay muchas palabras y pocas acciones. En cuanto a las mujeres, quiero contar esto: hace unos cinco años en un taller en la ciudad de Bor, al jefe se le dijo que las mujeres tienen derecho a tierra, según la constitución (transitoria). Y él se puso en pie y dijo: '¿cómo una propiedad puede tener propiedades?'. Yo no tengo poder para convencer a ese hombre de que no soy una propiedad, así que solo puedo convencer a su mujer para que, a su vez, convenza a su marido de que ella no es una propiedad. Ellas no tienen poder hoy tampoco pero al mismo tiempo es la única que puede hacerle cambiar a él.

LM: ¿Cómo ves a las nuevas generaciones?
AD: Creo que muchos sur-sudaneses están en esta misma línea y vamos en buena dirección, aunque despacio. Pero otros no piensan igual y la falta de comunicación lo hace peor.

LM: ¿Qué es el Roots Project?
AD: Construir un centro no era parte del plan pero trabajar con las mujeres en sus casas no era posible. Existen elementos externos, como el marido, el alcoholismo, y eso provoca la falta de espacio para trabajar con ellas, así que buscamos otro lugar que no fuera la casa; tener un espacio era fundamental. Roots Project es un modelo simple: tienen un espacio, lo cuidan, hacen artesanía y la venden, sin importar la tribu de la que vengan, hablan con una sola voz. Muchas eran tímidas al principio, no hablaban, primaba la pertenencia a la tribu, una división muy presente en Juba porque con la guerra de la independencia la gente se dividió en barrios y campamentos. Pero este espacio es neutral. Las mujeres no tienen la confianza en sí mismas como sí la tienen los hombres; así
que a veces les preguntas a las mujeres: ¿puedes hacer esto? Y la mujer te dice no sin pensarlo, porque para eso han sido educadas. A las chicas se les dice: ‘tú no puedes, no eres más que una mujer’. Tú llegas a una casa en Juba y preguntas: ¿quién está en casa?, y la niña que te abre la puerta dice: ‘no hay nadie, solo mi mamá y nosotras las chicas’. Son los tabúes que impone la cultura y deben ser rotos porque luego vemos a hombres que hacen política sin saber, sin consultar,
pero están protegidos en sus puestos solo porque son hombres. Por eso la confianza es algo que trabajamos aquí. Algunas mujeres cuando llegaron a Roots Project ni siquiera habían cogido un lápiz; no hablo de firmar, digo que es que no sabían cómo tomar un lápiz en sus manos y no podían siquiera intentarlo. Necesitan ser animadas. La confianza en sí mismas es definitiva, desde el principio a las chicas les toca luchar contra muchas adversidades y tratar de sobrevivir.

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