El olvido de las mujeres de Minova
Chance Safari Micheline tuvo que hacerse cargo, en febrero de 2016, de una parte del trabajo que desarrollaba la Asociación de Personas Desheredadas Unidas por el Desarrollo (APDUD). Era la organización de su madre, Masika Katsuva, una militante por los derechos de las mujeres conocida en Sur-Kivu y Norte-Kivu por su importante rol durante el juicio contra el Ejército congoleño por las violaciones masivas cometidas contra las mujeres en Minova. Pero también era conocida entre las mujeres congoleñas por acoger en su casa a muchas de esas mujeres violadas por los soldados congoleños y a sus hijos nacidos de las violaciones, y también a los huérfanos nacidos de violaciones.
En el vídeo ¿Quién se acuerda de las mujeres de Minova? se demuestra, justamente, que nadie quiere recordarlas y que la comunidad internacional implicada en la República Democrática de Congo y el propio Gobierno congoleño, tras haber perdido en 2014 la oportunidad de realizar un juicio justo y demostrar que la justicia es posible en el país africano y que las violaciones como crimen de guerra se castigan, prefieren correr un tupido velo sobre este fracaso y su responsabilidad en él.
Masika Katsuva moría en febrero de 2016 tras una fuerte malaria que la había debilitado enormemente, dejando solas a sus hijas y niños de la casa y a las mujeres que acogía y que siguen esperando justicia y reparación.
En octubre de 2016 LolaMora volvió a Minova para saber de ellas. Chance, la hija pequeña de Masika Katsuva, explica que ella y sus tres hermanas se han hecho cargo de la casa y de los 13 niños huérfanos que acogen. Las mujeres víctimas a las que APDUD ayudó durante el juicio colaboran hoy con estas jóvenes para sacar adelante la organización que, a día de hoy, cuenta con poco apoyo financiero. Los días de mercado en Minova, dos a la semana, las mujeres transportan fardos de hasta 100 kilos, sacan un poco de dinero y compran harina de mandioca y verduras para alimentarse y alimentar a los niños. “Vivimos con una inseguridad total desde que mamá murió, como ella era la titular de la casa… Pedimos seguridad al Estado, es que podríamos hasta morir de hambre y no tenemos ninguna puerta a la que tocar. Antes teníamos apoyo para los huérfanos, pero desde que mamá murió no tenemos ninguna ayuda. Vienen visitas, extranjeros, nos transmiten su solidaridad, pero nada más”, sostiene Chance.
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