Oumoukelthoum Mint Mohamed: luchando desde el movimiento sindical

Oumu nació en 1958 en la región de Gorgol, en una familia numerosa de etnia Hartani (antiguos/as esclavos/as). Su padre era gendarme, lo que les mantenía al abrigo de ciertas discriminaciones. “Había muchas cosas que no se atrevían a hacernos. Yo no encontré a mis padres con amosâ€. No obstante, vivía en una sociedad  harpular en la que “hartani†era un insulto. “Cuando alguien tenía un problema con otra persona le llamaba “especie de hartaniâ€, por lo que entendía que quería decir algo maloâ€. 

Al hablar de su familia admite que “toda esta energía y militancia que tengo la he adquirido desde mi juventudâ€, con un padre polígamo muy autoritario y una madre ama de casa de naturaleza muy tranquila y conformista. “Él se casaba nuevamente y yo veía a mi madre aceptar todo lo que mi padre hacía y de ahí nació esta voluntad de negarme a aceptar ciertas cosas. Sentía que había una injusticia hacia mi madre y pensé poder vencerla en su lugarâ€. Desde pequeña rompe con el mandato tradicional que existe para las mujeres en su familia. 

En la adolescencia empezó a percibir que había algo en el sistema que no funcionaba, con lo que no estaba de acuerdo. Es esta inquietud la que le hace acercarse al Mouvement National Démocratique (MND), un movimiento de izquierdas. Cuenta riendo el enfado de su padre cuando le hizo llegar a escondidas un panfleto sobre una represión a estudiantes; “yo no entendía el contenido pero eso molestaba a mi padre, y si eso molestaba a mi padre significaba que no le gustaba al sistemaâ€. 

En el MND comenzó a tomar conciencia de lo que quería cambiar, a politizarse. El movimiento “tenía un discurso muy revolucionarioâ€, por lo que era visto con recelo no sólo por el Estado, sino también por los jefes de tribu que temían se rompiera la estructura social existente y perdiesen sus privilegios. En el movimiento encontró el sentimiento de justicia e igualdad que ansiaba, “blancos dispuestos a dar su vida por defender a los negros y negros dispuestos a dar su vida por los blancos. Mujeres y hombres tenían derecho a casarse con quien quisieranâ€.

En estos años de militancia conoció a su marido, con el que se casó a los 21 años y tuvo 4 hijos. Esta fue una de sus mayores trasgresiones, pues se casó por amor y con un hombre de etnia harpular lo que “supone problemas en Mauritania pues tenemos la costumbre de casarnos dentro de la familia. Si no es la familia directa, al menos alguien de la misma casta o comunidad. Como yo tomé la responsabilidad de casarme fuera de este sistema, tuve que afrontar la responsabilidad de afrontar los juicios de la sociedad. (…) Consideraba que eso era un combate. En primer lugar debía defender mis sentimientos y en segundo lugar combatir para cambiar esta mentalidadâ€. La familia de su marido también era muy conservadora y, además, “en los harpular y en la sociedad Mauritana en general, hay una visión del haratin, del antiguo esclavo, de una persona inferior que los demás. Mi marido se casó no solamente fuera de la familia, sino que lleva a la suya a una mujer que es antigua esclavaâ€. Con los años ambas familias han aceptado esta situación e incluso “hay dos chicas de la familia de mi marido que se han casado con hartanis. Más difícil aún, porque los hombres tienen derecho a casarse con quien quieran, pero las mujeres deben siempre casarse en la familiaâ€. La valentía de ambos abrió camino.

Los problemas entre su madre y su padre dificultaron sus estudios, que siguió informalmente. Su persistencia le hizo graduarse como enfermera y, ya casada, quedó segunda en una oposición para matrona. 

Desde que empezó a trabajar de enfermera en los años 80 se sindicó en la Union des Travailleurs de Mauritanie (UTM), único sindicato existente en la época. Tras 2 años en la organización tomó el puesto de secretaria general adjunta de salud pública y portavoz en el congreso. También estaba implicada en las Estructuras de Educación de Masas, un movimiento social desde el que se realizaba trabajo comunitario voluntario.

En 1989-91 se producen las matanzas y expulsiones de negromauritanos/as conocido como Les événements (los sucesos). “El sindicato hizo mucha presión. Decían que lo utilizábamos, pero la realidad era que todas las personas progresistas se encontraban en torno al sindicatoâ€. 

Cuando habla de este periodo no puede contener las lágrimas, “no es agradable esto que pasó en Mauritania. ¿Cuántas veces cogieron a mi marido delante de mí, delante de mis hijos? Esto me duele.†Recuerda cómo el mismo día que empezaron los conflictos su hijo de 9 años llegó a contarle que había una pelea entre moros y harpular; cuando ella le preguntó por qué no había intervenido para separarlos le contestó “no puedo, mi padre es pular y mi madre mora. No hay que dejar salir a papá, ellos buscan los harpularâ€. En varias ocasiones, la policía llegó a su casa, incluso una se llevaron a su marido por varios días sin que supieran dónde estaba. Al margen del peligro que corría, su marido nunca quiso esconderse, pues sentía que nadie debía esconderse en su país. 

Los y las sindicalistas que estaban cerca del Mouvement National Démocratique fueron tocados en esta época. “Si era negro, era deportado, si era blanco era enviado al interior del país para neutralizarloâ€. Su marido perdió el trabajo y tuvo que reinventar su carrera profesional, no sin dificultades. Esto supuso que pasaran épocas con dificultades económicas.

En 1991 celebraron una jornada de mujeres en la que protestaron por los sucesos de esta época, “porque los sucesos fueron en el 89, pero lo peor fue en el 91 en el silencioâ€. Omou acababa de dar a luz. Preparó las cosas para su bebé en secreto y en la noche salió hacia el centro cultural, donde se encontraron unas dos mil mujeres. Fueron atacadas por la policía que detuvo a unas 400, entre las que estaba ella. Tras varias horas retenidas, las mujeres empezaron a gritar amenazando con prender fuego a la celda si no eran liberadas. Tras una negociación, las liberaron a cambio de que dejaran la protesta y regresasen a sus casas. Las fueron dejando en pequeños grupos en diferentes puntos del extrarradio a las 2 de la madrugada. A las 4 se reencontraron en un punto de la ciudad “como si todas supiéramos que teníamos que ir ahí. Despertamos Nouakchott a las 4 de la mañanaâ€. 

Las divergencias aumentaban dentro del sindicato y se acrecentaron en 1991 cuando se dieron varias huelgas generales y desobediencia civil a lo que el Estado respondió con un golpe de estado sindical. En 1991 se legalizó el pluralismo político y sindical, así que en 1993 se crea la Confédération Générale des Travailleurs de Mauritanie (CGTM), primera central sindical independiente, en la que Omou milita desde entonces. 

Desde la creación de la CGTM había mujeres en el sindicato, especialmente en el de educación, sanidad y comunicación, encontrándose algunas de ellas en puestos de decisión. 

La Confédération syndicale internationale (CSI), tras peticiones de las mujeres del sindicato de apoyo, financia una acción regional para aumentar la sindicación de las mujeres. En el 95 se creó un comité de mujeres provisional que llevó esta campaña. Hicieron un taller de 3 días sobre sindicalización de las mujeres musulmanas, contando con marroquís naturalizadas belgas. Para esta actividad invitaron a los ulemas, “nos hicieron publicidad sin darse cuenta hablando de nosotras en las mezquitas, aunque ese no fuese su objetivo sino el de denigrarnosâ€. 

Existen fuertes barreras culturales para la participación sindical de las mujeres en Mauritania pues “los hombres musulmanes tienen todos los derechos, las mujeres deben estar en casa. De la casa a la tumbaâ€. Las mujeres en el sindicato tienen que hablar en público ante los hombres, gesticular y mostrarse ante ellos, subir la voz, algo que no es aceptado socialmente bajo pretextos religiosos. En Mauritania la CGTM aumentó más del doble el número de mujeres sindicadas lo que demostraba que las mujeres “reivindicaban su lugarâ€.

En el congreso del sindicato de 2003 crearon el departamento de igualdad al nivel del ejecutivo que se ocupaba principalmente de niñez, mujeres y personas con discapacidad. Ríe percatándose de que “siempre que se hace una estructura de mujeres de asocia a los discapacitadosâ€.

El Movimiento de Mujeres nace en 2005 durante el congreso del sindicato. Se implantaron en las 13 regiones del país, incluso en regiones donde la CGTM no estaba todavía. Esto creó ciertos conflictos con algunos hombres que no estaban dispuestos a aceptar a mujeres mejor posicionadas y con más credibilidad ante la población. Omou es actualmente la presidenta del movimiento y secretaria general del Sindicato Nacional de la Salud.

Concibe la existencia como una lucha constante, en la que “cada día es un combate. Cada día se aprende y se enseña. Lo importante es continuar luchando, un combate justo, un combate de igualdad, de justicia. Y Mauritania lo necesita porque está amenazada por sus propias instituciones, por sus propios hijos que no quieren que haya justiciaâ€.