Colombia, un laboratorio vivo (2017)
La c谩rcel no resuelve el problema de las drogas. La c谩rcel es el l铆mite que se impone a la fuga de estas mujeres; y, en el orden patriarcal, el l铆mite de la rebeli贸n femenina es la autoridad masculina de la que les cuesta desprenderse. La acci贸n represora del Estado castiga a estas mujeres vali茅ndose de la c谩rcel, con la convicci贸n de que merecen la violencia f铆sica y simb贸lica del sistema punitivo. Fragmento del libro 鈥淢ujeres en prisi贸n por delitos de drogas: espejo de las fisuras el desarrollo鈥 de la investigadora Luz Piedad Caicedo Delgado, subdirectora de la Corporaci贸n Humanas Colombia.
Los acuerdos de paz de Colombia han colocado a la comunidad internacional, fundamentalmente a la Uni贸n Europea y a Estados Unidos, frente a varios retos relacionados con la lucha mundial contra las drogas.
El primero es el desaf铆o de que Colombia reduzca al m铆nimo las hect谩reas dedicadas a plantas de hoja de coca que, seg煤n datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en ingl茅s) son alrededor de 146.000. La oficina, en su informe de 2017, afirma que, parad贸jicamente, es el doble de las que hab铆a antes de 2016; un aumento progresivo desde 2014 que experiment贸 un pico al alza desde la firma de los acuerdos de paz y la consiguiente retirada de las FARC-EP de zonas bajo su control.
El investigador colombiano Ricardo Vargas, asociado al Transnational Institute, de Holanda, aporta una informaci贸n relevante relacionada con las exportaciones de coca铆na. Vargas dice que seg煤n el Programa de Identificaci贸n de la Coca铆na (CSP por sus siglas en ingl茅s) 鈥渁proximadamente el 90% de las muestras de coca铆na [analizadas] tuvieron como origen Colombia鈥 en 2015. Es decir, Colombia es el mayor exportador de coca铆na del mundo.
El segundo reto es dar viabilidad econ贸mica a los cultivos sustitutivos de la hoja de coca, como el cacao, la pimienta, el palmito, la pi帽a o el caf茅. Y el tercero est谩 relacionado con la implementaci贸n de pol铆ticas de reducci贸n de da帽os en consumo y la aplicaci贸n del enfoque en derechos humanos.
La paz a la que se comprometieron el gobierno y las extintas FARC-EP (convertidas ya en partido pol铆tico) depende de dos cuestiones centrales como son una reforma integral rural y la 鈥渟oluci贸n al problema de las drogas鈥. Por esta raz贸n, Colombia se ha convertido en un laboratorio de experimentaci贸n, no es el primero pero s铆 el 煤nico en ensayar pol铆ticas de sustituci贸n como condici贸n de un acuerdo de paz tras m谩s de medio siglo en guerra. Equipos expertos en drogas de todo el mundo miran hacia Sudam茅rica; mientras, las y los cultivadores de hoja de coca esperan que con este acuerdo sean beneficiados de forma justa y por primera vez en la historia del pa铆s.
Desde Holanda, Per煤 y Argentina, tres personas expertas en Derechos Humanos y pol铆ticas de drogas dan su visi贸n sobre el impacto que tienen dichas pol铆ticas sobre las libertades fundamentales, la salud, la producci贸n alternativa y el desarrollo rural, as铆 como la justicia penal con enfoque de g茅nero.
Luciana Pol, investigadora del Centro de Estudios Legales y Sociales, de Argentina; Roger Rumrill, analista del Per煤, experto en la regi贸n amaz贸nica; y Martin Jelsma, coordinador del "Programa Drogas y democracia" del Transnational Institute (TNI), de los Pa铆ses Bajos, hablan de la necesidad de garantizar los derechos fundamentales de las personas m谩s afectadas por las pol铆ticas contra las drogas. En el caso de Colombia, se trata de miles de familias cultivadoras de hoja de coca, de consumidores y de aquellas personas a quienes se vulneran sus derechos cuando son encarceladas por delitos menores, no violentos, relacionados con el micro tr谩fico de sustancias psicoactivas.
Las tres entrevistas fueron grabadas en junio, en la ciudad de Bogot谩, durante la Consulta Regional 鈥淒esarrollo de Lineamientos Internacionales sobre Derechos Humanos y Control de Drogas鈥.