El hueco del siglo XXI

Fronteras con México: entre la violencia en Centroamérica y la represión del Norte.


- Bueno, y, ¿ahora?
- Ahora solamente veo un camino.
- ¿Cuál?
- Irme para los Estados Unidos.
- Esta vez, ¿por dónde?
- ¡Por el hueco!


El periodista colombiano Germán Castro Caicedo popularizó el término El hueco- como ya era conocida la frontera sur entre México y Estados Unidos - en su libro homónimo, publicado en 1988, que cierra con el diálogo anterior. Es el gran hueco donde miles de personas han sido y continúan siendo succionadas; las que pierden la vida, son asesinadas, violadas, torturadas o abusadas. En El hueco, Germán Castro presenta historias felices y relatos espeluznantes de colombianos y colombianas que dejaban su país, en una escala sin precedentes hasta entonces, a partir de la década de los años 80 del siglo XX.

En la actualidad, medio millón de personas atraviesan El hueco sin visado, muchas veces sin documentación alguna, rumbo a Estados Unidos. Es la cifra que publicó en 2010 el periodista salvadoreño Oscar Martínez, en un libro titulado Los migrantes que no importan. En el camino con los centroamericanos indocumentados en México. 5 000 kilómetros donde “se exponen a la terrible amenaza cotidiana de los asaltos y secuestros perpetrados por las autoridades corruptas y grupos vinculados al narcotráfico, sufren violaciones y encuentran la muerte en los trenes de mercaderías (…). Desde los prostíbulos de la trata en la frontera sur mexicana hasta el dominio de los cárteles del narcotráfico en los ejidos de la frontera norte”, según la introducción.

En México, Karla Hernández Mares se dedica a documentar casos de personas desaparecidas en El hueco, la mayoría procedentes de Centroamérica, pero no sólo: “Tenemos una crisis actual de haitianos en Tijuana, varados sin poder llegar a EE. UU.”, dice la experimentada defensora de derechos humanos, al comenzar la entrevista. Por su participación en el eje Migración, desplazamiento forzado y refugio del capítulo México del Tribunal Permanente de los Pueblos, Karla Hernández realiza entrevistas a las familias de las personas desaparecidas, hecho que le obliga a viajar a los países centroamericanos. El proceso de documentación le ha permitido conocer cómo es el viaje, tramo a tramo, a través del territorio mexicano. Gracias a su estancia en los albergues donde se presta ayuda, Karla Hernández ha registrado casos emblemáticos de graves violaciones a los derechos de las personas migrantes, los cuales forman parte del libro Derechos Humanos, Hegemonía y Utopía en América Latina, escrito junto a Camilo Pérez-Bustillo, y publicado en junio de 2016.

 

Una mirada pertinente

El territorio mexicano que linda con EE. UU., el paso obligado para los conocidos como espaldas mojadas. Su historia de migración es extensa y violenta.  Hace siete años, Amnistía Internacional (AI) calculó que seis de cada diez mujeres y niñas habían sido violadas en el trayecto desde Centroamérica, atravesando las fronteras con México. En Víctimas invisibles. Migrantes en movimiento en México, AI afirmaba: “presuntamente algunos traficantes de personas [podría ser que] exijan a las mujeres administrarse una inyección anticonceptiva antes del viaje, para evitar que se queden embarazadas como consecuencia de violación”.

Desde hace años, las migrantes centroamericanas hacen frente al pago con su cuerpo del paso por El hueco con una medida que les fue vedada históricamente: la anticoncepción. Investigaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o Amnistía Internacional elevan hasta ocho, de cada diez, el número de mujeres centroamericanas que, en su paso hacia EE.UU. atravesando las fronteras con México, se protegen con un anticonceptivo de larga duración.

Lo que persiste, por lo tanto, es la violencia machista y la utilización dela violación sexual como mecanismo empleado por los hombres para ejercer su poder sobre las mujeres, especialmente cuando éstas se hallan en situaciones de indefensión o de vulnerabilidad.

La generación de datos con enfoque de género del fenómeno de la migración permite conocer los riesgos que padecen las mujeres por su condición sexo-genérica, es decir, por el hecho de ser mujeres, como es el caso de los dos datos arriba mencionados. En este sentido, los estudios comparativos de género sobre El hueco ofrecen un panorama sobre la feminización de la migración y sus consecuencias, cuya precisión va en aumento y que incluyen testimonios de mujeres. Karla Hernández es, en este sentido, una observadora aguda y concienzuda que lleva años estudiando y trabajando, desde diferentes ámbitos y lugares, sobre las peligrosas circunstancias a las que se exponen los migrantes, en general, y las mujeres, en particular.

Aunque no existen estadísticas precisas sobre la migración indocumentada de tránsito, las cifras que se publican remiten al Instituto Nacional de Migración de México, en concreto al número de arrestados y deportados a sus países de origen. Según la institución mexicana, de las casi 87000 personas que arrestaron en 2013, el 94% procedía de Centroamérica; y, aproximadamente, el 15% de las que deportaron, eran mujeres.

 

Ante la impunidad, la huida

Para Karla Hernández es una realidad quela violencia doméstica en Centroamérica está expulsando mujeres, pero dice: “me es imposible tener estadística que lo respalde”. Desterrar la violencia machista de sus vidas es un motivo directo que se nombra cada vez másen los diversos análisis que se hacen de este asunto. Aunque sin registros cuantificados aún, un mayor número deguatemaltecas, salvadoreñas, hondureñas y nicaragüenses reconoce que emigran para alejarse de la familia, del compañero de vida y del maltrato al que son sometidas por estos.

El eco, cada vez más fuerte, de la violencia doméstica como motivo de fuga tiene fundamento en dos situaciones. La primera viene dada por la desigualdad en las relaciones de género y la violencia que ésta genera, unido a la impunidad en materia de violencia de género contra las mujeres y a la debilidad de las políticas públicas. En consecuencia, Centroamérica tiene una tasa altísima de feminicidio - asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer-. De acuerdo con la información oficial proporcionada hasta el momento por los países, en 2016, un total de 1998 mujeres de 17 países de la región (14 de América Latina y tres del Caribe) fueron víctimas de feminicidio, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Honduras y El Salvador tienen la situación más grave. Para la CEPAL, una consecuencia clara de la feminización de la migración es el aumento de los riesgos y las vulnerabilidades a los que mujeres y niñas están expuestas.

La segunda situación está relacionada con el empoderamiento de las mujeres de la región, es decir, con el hecho de que cada vez más mujeres llevan a cabo acciones propias para mejorar su situación, incluyendo el abandono del país de origen.

El número de feminicidios que da CEPAL incluye el feminicidio íntimo, aquel cometido por un hombre conocido, un familiar, un vecino, etc.; en un claro sentido de propiedad sobre las mujeres; así como el perpetrado por “desconocidos”. En este último, encaja la violencia que ejercen las pandillas o maras. Karla Hernández dice que en Centroamérica las maras son generadoras de “muchísima violencia”, tanta que hacen la vida imposible en barrios y pueblos: “si se quedan en el hogar [las mujeres] viven violencia sexual, física y económica, así que migran”.

A partir de sus observaciones, la documentalista mexicana aporta una tercera causa que hace referencia a la familia: la mujer viaja para reunirse con el marido o la familia, quienesemigraron años antes. “Ella necesita ya moverse para alcanzar a su pareja o mejorar su situación económica. Estamos viendo que algunas viajan en pareja, pero la mayoría van solas; algunas con varios hijos y otras incluso con bebés”.

 

Sexo por pago de servicios

Entonces, ¿Los riesgos y peligros afrontados en el viaje son más graves hoy que hace 30 o 40 años? ¿Es El hueco igual de peligroso para hombres que para mujeres? 

Según Karla Hernández, hay un “endurecimiento” de las políticas migratorias en México y en EE. UU., que obliga a las personas indocumentadas a esquivar controles migratorios y supone un aumento de los riesgos del viaje, y ofrecedos ejemplos recientes: el Plan Frontera sur, de 2014, y el plan que arrancó a mediados de este año para hacer efectiva la instalación del Comando Sur de Estados Unidos, que controlará la frontera de México y Guatemala, mediante una base en El Petén. Según el oficialismo, el objetivo de ambas es combatir al crimen organizado; según grupos mexicanos de derechos humanos, busca detener los flujos migratorios hacia el norte.

Por otro lado,“las actividades del crimen organizado en México se han diversificado; uno de los grandes negocios es, desde hace unos años, el cobro de cuotas y secuestro de migrantes”, lo cual desata más violencia y crueldad en la espiral violenta en la que se ha sumidoMéxico en la guerra contra las drogas. Para la investigadora Susanne Willers, quien el año pasado publicó el artículo, Migración y violencia: las experiencias de mujeres migrantes centroamericanas en tránsito por México, en la Revista Sociológica de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco, el aumento de secuestros masivos de migrantes con fines de extorsión y de explotación laboral y sexual es una clara tendencia del aumento de los crímenes de género asociados a la migración.

En este sentido, parece agravarse la situación de las niñas. Según la organización Niños en Necesidad de Defensa (KIND, en inglés) y el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, de México, la situación de las niñas migrantes que provienen solas o acompañadas de Centroamérica es “gravísima”. El informe que publicaron ambas organizaciones el pasado mes de junio, titulado Niñez Interrumpida: Violencia Sexual y de Género en contra de Niños Refugiados y Migrantes Centroamericanos, afirma que niñas y adolescentes víctimas de acoso y abuso sexual por familiares o pandillas, deciden abandonar su país y huir rumbo al Norte. Desde 2013, el 40% de menores no acompañados de entre 0 y 11 años, deportados desde México, fueron niñas, dice el informe, y añade que hay niñas y adolescentes, provenientes de El Salvador, Honduras y Guatemala, que escapan de violaciones, violencia doméstica, esclavitud sexual y tráfico humano.

Niñas, adolescentes y adultas ocultan muchas veces las verdaderas razones que explican su huida desesperada, afrontando un viaje de proporciones salvajes y sin apenas información. Son el miedo, la vergüenza, el silencio de su sociedad, la impunidad o la constante de vivir amenazada, lo que les impide explicarse. Es aquí donde se ve la importancia del registro de datos y la observación con un enfoque diferencial de género. Hay que saber preguntar y hay que hacerlo de forma sistemática, como sucede en la última década, para que por fin existan conclusiones que lleven a acciones diferenciadas. Una de las pocas conclusiones al respecto es la persistencia de la utilización de la violencia sexual, la esclavitud sexual y la trata con fines diversos, como instrumentos de amenaza, coacción o pago de servicios para la gran mayoría de las mujeres centroamericanas que pasan por El hueco sin documentación ni visado alguno.

 

¡A la mujer no la ves!

A pesar de lo que ya se sabe, Karla Hernández Mares, desde su trabajo de documentación de casos de migrantes centroamericanos desaparecidos, insiste en que “la invisibilización de lo que está pasando es un tema que deberíamos poner al día. Nos preocupa porque se está agravando la situación de las mujeres. Las mujeres toman la pastilla anticonceptiva porque ya saben lo que se juegan en el camino”.

Por el camino lo que se juegan es su salud sexual y reproductiva; su salud física, psicológica y emocional. Pueden ser violadas en varias ocasiones, por varios hombres y en diferentes tramos del viaje o ser vendidas para la prostitución, “la zona del viaje más peligrosa para las mujeres es la frontera Guatemala - México” - dice Karla Hernández Mares - “Algo impresionante es que no las ves; al migrante hombre lo ves en muchos espacios: en el tren, en el albergue... ¡A la mujer no la ves!”.

LolaMora: ¿Por qué?

Karla Hernández: Porque viene conectada con una persona que va a llevarla a EE. UU., que le promete un trabajo, pero ¿qué pasa? Que al llegar a EE. UU., es obligada a trabajar, son explotadas sexualmente… Esto está agudizándose y, creo, que este es un punto importante. Quizá van por otras rutas, no paran en los albergues porque estos están al lado de las vías del tren… Y también creo que es muy importante el hecho de que en el sur (Tapachula, Comalapa, etc.) sí hay mujeres con niños en los albergues.

LM: Entonces, si el número de veces que una mujer corre riesgo de ser violada, vendida o eslavizada comienza en el país de origen, ¿significa que ningún tramo del viaje es seguro para ellas?

KH: Es impresionante cómo la delincuencia está perfectamente organizada entre Centroamérica y México y México y EE. UU. Sabemos que en Centroamérica están los coyotes que ayudan a cruzar hasta Guatemala; allí la frontera con México es durísima, Tapachula y toda la zona de Chiapas; en esta zona hay muchísimas mujeres trabajando sexualmente. Pero nadie las está contabilizando; nadie les pone atención; no hay política pública que las esté considerando. Luego, una vez en México, ya no tienen ningún derecho y son atacadas y violentadas por las autoridades y por la delincuencia. Y después, ni hablemos de cuando llegan al desierto de Las Pucas, cuando intentan caminar dentro de Arizona o Texas…

LM: Ante el panorama que has descrito hasta aquí ¿Cómo piensas que se puede mejorar la ayuda o qué otras acciones llevar a cabo?

KH: Como sociedad civil tenemos que seguir denunciando las violaciones a derechos y seguir presionando, porque hoy tenemos una política nacional en México que es la militarización de la seguridad pública.

LM: ¿Y esto que significa?

KH: Que nuestras policías están en las fronteras directamente deteniendo a los migrantes, que se les está criminalizando, tanto a hombres como a mujeres, para que no puedan pasar. Están cerrando la frontera sur, podría decirse haciendo el trabajo sucio a EE. UU. que consiste en detener los flujos migratorios en México, es decir, que no llegue ni uno a la frontera Norte. [Y] se podría destacar que hay instituciones de aplicación de la ley (Policía Federal, Municipal, incluso Ejército y Marina) deteniendo a migrantes cuando ésta es, por ley (registrado en la Ley de 2011) competencia exclusiva del Instituto Nacional de Migración.

LM: ¿Qué acciones planteas para hacer frente a esto?

KH: No podemos seguir pensando que, por cerrar las puertas, el flujo migratorio se va a detener. Eso no va a pasar.La necesidad económica de los países expulsores de Centroamérica es una realidad, la violencia va a seguir expulsando a la gente. Entonces tenemos que hablar de una política que incluya a los migrantes para que tengan la posibilidad de transitar de forma más segura. Los pueblos se mueven. Los pueblos siempre han estado en movimiento, pero creo que hablar de movimiento como algo “natural”, casi desde el Homo Sapiens, despolitiza la migración. La migración se da por causas estructurales, políticas, económicas, no como algo natural… El símil sería la externalización de fronteras. Creo que en el contexto actual podría ser pertinente mencionar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) [que ofrece] la libertad de apertura para mercancías [pero] no para las personas.

Entrevista completa, transmitida en el programa “En la Oreja” con Pressenza Internacional.

Foto: Familiares de las víctimas exigen resultados de investigación y justicia a 7 años de la masacre de los 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas. Crédito: Inés Giménez Delgado.